LAS TRES PIEDRAS
En un valle donde la hierba crecía alegremente, había un poblado en el que la mayoría de sus habitantes eran leñadores. La naturaleza era el medio de vida de estos hombres y estaba muy agradecidos, por lo que respetaban y cuidaban de él como si uno más de la familia se tratara.
Todas las mañanas cuando el sol se despertaba, partían los hombres del poblado para ejecutar su duro trabajo, iban al bosque cantando alegremente ,donde cortaban los árboles más frondosos. En este grupo de alegres leñadores iban Juan, Pedro y Andrés, tres hermanos que vivían en una pequeña cabaña ,desde las que se podía ver todo el bosque.
Juan era el hermanos mayor, alto y fuerte, sus brazos podían derribas de un solo golpe el más tupido de los árboles, después estaba Pedro que se dedicaba a trasladar los troncos hasta le serrería, al igual que su hermano mayor destacaba entre todos por su fortaleza y bondad y por último estaba Javier , un muchacho menudo casi ni podía levantar su hacha, aunque no por eso se quedaba en casa, todos tenían que trabajar, pues en la familia no entraba mas dinero que el que sacaban del bosque.
Para Javier, el bosque era muy importante no por sus troncos y lo que estos aportaban, sino por su gran belleza, amaba las plantas, los árboles y todos los animales que allí moraban,le dolía herir la corteza de un retoño, pero había que comer. Nuestro protagonista se consolaba pintando toda aquella belleza que le rodeaba. Sus hermanos le ayudaban haciendo parte del trabajo del pequeño para que pudiera dedicar tiempo a llenar sus cuartillas con hermosos dibujos del bosque.
Todo estaba bien ya que los leñadores tenían un número determinado de árboles que podían cortar respetando el crecimiento de los demás. Pero un buen días el bosque fue comprado por una gran empresa que con sus máquinas destruían la mayoría de los abetos y destrozabas los claros que los rodeaban, pronto el hambre obligó a todos los habitantes a irse a al ciudad.
En casa de Javier las cosas se ponían muy mal. Pedro había conseguido trabajo, pero con su sueldo no tenían para mantener la casa. Una tarde Javier decidió irse. Sin que sus hermanos se dieran cuenta, cojió sus carboncillos y se adentró en el bosque.
Nunca había estado solo entre aquellos gigantes , caminó y caminó y sin darse cuenta la luna iluminó el camino.
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Ahora que voy ha hacer – Pensaba con tristeza Javier – No tengo un techo que me cobije ni nada que llevarme a la boca.
Nunca había sentido miedo en el bosque pero de noche los arboles parecían ogros hambrientos ,los búhos duendes encantados y esto le llenaba de miedo el corazón , se sentó en un tocón y se hizo un ovillo, así se quedo profundamente dormido .
Muchacho despierta.
¿Quién esta ahí? – se asustó Javi.
Soy María .
Ante los ojos de nuestro personaje apareció un figura pequeña, amable , era muy hermosa, su rostro apacible llamaba la atención por esos ojos verdes que parecían iluminar toda la oscuridad del bosque
- No te asustes. Ven conmigo. Quiero que me hagas un retrato, te pagaré, y diciendo esto, ofreció a Javier una bolsa llena de monedas de oro.
Javier retrocedió asustado no podía creer lo que estaba viendo. Era una mujer bellísima y volvió a preguntar. ¿Quien eres? ¿Cómo has llegado hasta aquí.
- Ya te lo he dicho soy Maria el alma del bosque. ¿Me harás un retrato? Te pagaré.
- El alma del bosque dices. ¿No serás una malvada bruja que viene a esclavizarme.
María reía divertida.
- Una bruja. Aquí no viven brujas. Todos vivimos en paz, esos son cuentos para niños, ven conmigo y te lo mostraré.
Nuestro protagonista no salía de su asombro cuando de pronto una luz hizo brillar la oscuridad de la noche, una tropa de ciervos hacia guardia en la entrada de un grandioso árbol repleto de hojas doradas .
- Ven, esta es mi casa.
Los ciervos al ver a su reina se pusieron firmes, y formando un pasillo, dando así la bienvenida a su reina .
Una vez dentro, María rogó a Javier.
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¿Me harás un retrato?.
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Claro que sí.
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Pues entonces, coge esta bolsa .
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No, será un regalo, como gratitud a tu hospitalidad.
María quedó muy complacida con la respuesta de Javier. Demostraba tener un gran corazón
- Eres muy bondadoso. Sé que tu pueblo esta en peligro ya que la mayoría de sus habitantes tiene que irse por la falta de trabajo, pero yo haré cuanto pueda para que no tengáis que abandonar vuestro pueblo.
- ¿Tú puedes hacer eso?
- No lo harías tú.
María sello los labios de Javier con un gesto y sentándose en el trono comenzó a posar para que nuestro amigo le hiciera el retrato. Quedó algo estupendo .
- Eres un gran artista, te haré un regalo para que siempre me recuerdes. Con un gesto llamó a tres conejos que le trajeron tres piedras de diferente color. Ves estas tres piedras. Nuestro artista quedó impresionado ya que eran tres gemas perfectamente talladas a cual más bonita. María prosiguió. La azul te dará poder y riqueza, la verde te hará fuerte y la roja te proporcionará paz y felicidad.Tienes que elegir solo una de las tres.
- Si eliges la azul, serás el hombre más rico de la tierra, si el la verde el más fuerte y si eliges la roja harás feliz a todo aquel que este a tu lado.
- Sabes , no quiero ser rico , la riqueza no sirve para nada si estas solo, tampoco quiero ser fuerte así , como soy me siento bien , sin embargo tener la oportunidad de hacer feliz a la gente es una idea muy atractiva.
- Eres un muchacho muy inteligente , y la grandeza de tu corazón es impresionante, ahora duerme y mañana regresa a tu pueblo.
Cuando despertó nuestro amigo estaba junto a un gran árbol.
- ¿Habrá sido un sueño?-Pensó
Pero en su pizarra estaba el rostro de María y a su lado una gema de color rojo intenso.
- ¡No! No ha sido un sueño.
Y alegremente comenzó a caminar hacia su pueblo, cuando llegó quedó asombrado ya que las obras habían cesado y las máquinas desaparecido. Todo el pueblo recibió a Javier con grandes muestras de aprecio pues era querido por todo el mundo.
Sus hermanos le abrazaron y besaron repetidas veces y en volandas le llevaron hasta la cabaña.
- ¿Dónde has estado?
- Estábamos muy preocupados.
Javier no contó nada a sus hermanos, y guardó aquella piedra junto con el retrato como sus más preciados tesoros.
El tiempo pasó y Javier se convirtió en un hombre, pintaba y pintaba y sus cuadros eran apreciados y expuestos en las grandes ciudades. Gracias a la fama de nuestro amigo el pueblo había crecido y todos sus habitantes vivían holgadamente y sin sobresaltos, por lo que se podía decir que todos eran felices .
Un día que Javier paseaba por el bosque, encontró a una joven que dormía a la sombra de un frondoso abeto, estaba sucia y tenia las ropas rotas – Javier asombrado la llamo
- ¡ Maria!
- ¿Quién es usted? – se asustó la bella
- No te acuerdas de mí. Soy Javier excelencia. La joven estaba muy asustada
- ¡Excelencia! No me llamo María ,mi nombre es Alma y yo no le conozco, se equivoca de persona señor.
La muchacha temblaba pensando que aquel joven había perdido la cabeza. Javier no lo pensó. Un cosquilleo le subía desde la planta de los pies hasta el nacimiento de pelo.
- Ven a mi casa, tendrás hambre y allí te enseñare algo que te hará recordar. Alma negó con la cabeza. Desde luego no pensaba acompañar a ningún extraño, pero la verdad es que llevaba varios días sin probar bocado. Javier la tranquilizó .
- No temas no te haré ningún daño.
Al fin, la muchacha le siguió hasta la cabaña. Al entrar en ella, se dio cuenta de que faltaba el retrato de Maria.
- ¿Dónde esta el retrato? Pregunto nervioso ¿Dónde lo habéis puesto?
Una mujer muy hermosa se lo llevo, le contesto su hermano Pedro, dijo que era suyo, y por cierto, su rostro era muy parecido al del cuadro.
Javier quedó aturdido y si cabe aún más cuando apareció Alma vestida con un traje que le prestara Rosa la esposa de su hermano.
Era realmente hermosa, el corazón de nuestro pintor quedo atrapado por aquella joven, y pronto se casaron ya que Alma sentía lo mismo por aquel joven.
Pasó el tiempo y Javier se hizo un anciano, que contaba a sus nietos aquella fabulosa historia de las tres extrañas piedras, y de reojo miraba a su esposa, ya que siempre pensó que el alma del bosque se sentaba junto a él. Cuando acababa la historia siempre enseñaba su gema roja para demostrar que todo era cierto.