Fue un momento
Cuando llegamos a la urbanización ya era tarde. Darío y yo teníamos unos días de vacaciones y nos escapamos a la playa. Alquilamos un pequeño apartamento en
Por la noche, salía a fumar a la terraza. No encendía la luz. Me gustaba contemplar el mar, oír el susurro de sus olas, mirar el reflejo de la luna sobre la negrura de sus aguas. No estaba sola. En la terraza de al lado, cada noche, veía una silueta femenina, que miraba ausente el azul liquido del mar. Cuando ella estaba fuera, un agradable olor a violetas se mezclaba con el humo de mi cigarro. Una de las noches, un leve destello en el espejo llamó mi atención. Miré pero no vi nada. Fue un momento, la superficie pulida estaba ciega, ni destello, ni la imagen de mi callada vecina, que debía estar reflejada en él. Volví la cabeza y ella seguía allí, ahora a mi lado, inmóvil, mirando el espejo, buscando su imagen perdida. Sentía el frio de su piel y ese olor a violetas que la acompañaba siempre. .
Un escalofrió recorrió mi espalda. Entré en el apartamento donde Darío leía plácidamente. Cuando le conté lo ocurrido no me creyó. Salió a la terraza. Miró tras la celosía. No vio a nuestra misteriosa vecina, pero si sintió su aroma.
Encarna
Abril 2015