Para siempre
El edificio de oficinas está casi vacío. El guardia de seguridad se pasea por los pasillos comprobando que todo está en orden. Solo uno de los despachos tiene la luz encendida “siempre el mismo”. Dentro, un hombre en mangas de camisa teclea desesperadamente. Mira la pantalla y después la fotografía que descansa sobre su mesa. En ella, una mujer sonríe a la cámara.
Los pasos del guardia de seguridad retumban en el pasillo. Solo cuando los oye mira su reloj de pulsera y comprueba que son más de la diez. Cierra el ordenador, se pone la chaqueta, coge su maletín y sale apresuradamente de la oficina. Ya en la calle le sobresalta la sirena de una ambulancia. Para un taxi y desaparecen entre el tráfico.
El reloj de la estación marca las 23:00. En el andén, solo un hombre. Se le ve elegante con su traje de color azul marino, zapatos y maletín de cuero negro. La corbata le asoma con descuido por encima de la solapa de la chaqueta. Su aspecto desentona con los desconchones de la pared de la estación.
Esta sentado en uno de los bancos metálicos, justo en el más alejado de la entrada del túnel. Tiene lo codos apoyados sobre las rodillas y esta encorvado sobre sí mismo. Mira una foto que sujeta con ambas manos, en ella una mujer sonríe a la cámara. Se levanta, camina hasta el borde del andén y sus pasos retumban huecos.
Se asoma al túnel, observa los dígitos naranjas que ahora indican el tiempo restante para la entrada del próximo tren ̶ 8 minutos ̶. Gira sobre sus pasos y se vuelve a sentar. De nuevo mira la foto, la gira, en su reverso dos palabras. “para siempre”, se lleva la foto a los labios y con rabia la guarda en un bolsillo.El silencio de la estación, se rompe con una voz monótona, vacía. · “el próximo tren no efectuará parada en la estación… ” . Cuando escucha el mensaje, se levanta, se afloja la corbata y camina de nuevo hacia el andén, acercándose peligrosamente a la línea amarilla. Recupera la foto del bolsillo y vuelve a leer las líneas negras que la atraviesa.
Encarna