23 de noviembre
Como cada mañana el zumbido del despertador avisa a Adela que ya son las cinco y media. Ella lleva despierta desde las tres. Ha visto como los números de un verde casi ofensivo iban cambiando al compás de los minutos, las tres y diez, y veinte, las cuatro… Adela espera paciente a que el zumbido la de permiso para ponerse en pie. Lleva meses, insomne, deprimida… A Nadie le importa.
Con gesto mecánico enmudece al aparato y se levanta. Despacio, con desgana. Otro día que será el reflejo del anterior y con toda seguridad, la sombra del siguiente. Sin encender la luz se dirige a la cocina y pone en marcha la cafetera, preparada desde la noche anterior. Por la ventana, sin cortinas, entra el reflejo de la luna llena, iluminando sobre la encimera de color naranja un pequeño calendario, abierto por el mes de noviembre, con el día veintitrés encerrado dentro de un círculo rojo, y junto a él. Un vaso de cristal decorado con diminutas flores amarillas. El vaso no está vacío, en su interior un puñado de pastillas de diferentes colores y tamaños.
Adela enciende la luz, y arrastrando los pies, coge el vaso y deposita las pastillas sobre el mármol naranja. Juega con ellas, las separa por colores, por formas. Dos azules, una rosa, tres blancas, dos triangulares, y una marrón. Nueve, solo nueve. No son suficientes- piensa- ya queda poco. Con cuidado las recoge y una a una las vuelve a dejar dentro del vaso de cristal.
Ahora la cocina huele a café. Adela se sirve una taza, y con ella entre las manos se acerca al calendario, con un rotulador rojo, tacha un nuevo día. 10 de noviembre. Sonríe. Trece días, solo quedan trece días.
Vuelve a la habitación, se viste con desgana y sale a la calle casi desierta. Desde hace tres meses forma parte del equipo de limpieza del hospital de Alcalá de Henares. Para llegar a su hora, tiene que coger el primer metro, a las seis en punto, después el tren. En total unos cincuenta minutos.
A esas horas el andén está lleno. Las mismas caras, los mismos gestos. Nadie se saluda, pero a fuerza de verse cada mañana, todos se reconocen.
Cuando llega al hospital Adela se reinventa. Se dibuja una sonrisa casi perfecta y comienza su jornada. A lo largo del día, pasará por la farmacia del hospital, el cuarto de enfermeras y las habitaciones del sector azul de la segunda planta. Visitará a Bernardo. Habitación 212, el hombre lleva casi un mes en el hospital y apenas tiene visitas. Es un anciano cascarrabias, que se niega a tomar sus pastillas, cuando puede las esconde para que no se enteren las enfermeras del turno de noche. Ella lo sabe, y cada mañana se pasa por la habitación, el anciano se lo agradece, y muchas mañana la entrega las pastillas de Lormetazepan, que no se ha tomado por la noche, cuando esto ocurre Adela sonríe, son rojas, brillantes y de una eficacia contundente.
A media mañana pasará por la farmacia, las enfermeras preparan las dosis de los enfermos en pequeños vasos de plástico. Con cuidado de no ser descubierta, intentará coger uno de ellos, o quizás dos. No todas las pastillas del contenido sirven. Adela tendrá que separar los analgésicos, los placebos, los laxantes... Ella conoce bien cada pastilla, Lexatil, capsulas rojas y blanca, Valium, pequeñas y de color rosa pálido, Diazepal azules... Con el tiempo ha aprendido a distinguirlas.
Después pasará por el cuarto de enfermeras, allí se tomará un café, con alguna de las auxiliares .Todos los días, la misma rutina.
De vuelta a casa, mira por la ventana y contempla como las luces de la ciudad se van encendiendo poco a poco, mira el calendario y susurra – falta poco –
Sobre la encimera un vaso de cristal decorado con diminutas flores amarillas, dentro pastillas de diferentes tamaños y colores, y destacando entre todas ellas tres de mayor tamaño de color rojo brillante. Adela, las mira y sonríe. El calendario marca 23 de noviembre.
Por la ventana sin cortinas, la luz del sol ilumina cada rincón de la cocina. Sobre la mesa un plato con los restos de la cena y una botella de Vodka casi vacía. Sobre la encimera de mármol naranja, un calendario con casi todos los días tachados y uno marcado con un círculo rojo 23 de noviembre. Y a su lado, un vaso de cristal decorado con diminutas flores de color amarillo, vacío.
Encarna
Diciembre de 2015